La vida de un diseñador gráfico
Después de unos cuantos años en la vida de un diseñador gráfico, podemos contar unas cuantas cosas sobre su día a día.
En los últimos años, al igual que la profesión de chef, se ha reconocido mucho la figura del diseñador gráfico. Algo de lo que estamos muy contentos pero que no se cumple siempre. Solo se cumple a rajatabla con los pequeños elegidos enviados por los dioses para que nos iluminen en el mundo del diseño. No sé si me explico… ejem. Por regla general, ni se nos hace mucho caso ni se nos escucha todo lo que nos gustaría y el cliente siempre sabe más que tú.
Hay una leyenda urbana de que el diseñador gráfico es un bohemio y se pasa todo el día mirando el techo esperando a que llegue la inspiración. Y a partir de ahí, todo lo hace el ordenador. Esto último acompañado de comentarios como “eso te ha costado 5 min.” , “si esto lo puede hacer mi sobrino” y un largo etc. de expresiones que no tienen desperdicio.
Aquí en la fresa siempre ponemos el mismo ejemplo. Cuando vamos al mecánico a dejar el coche por una avería y nos dice cuál es el problema, escuchamos y asentimos como si entendiéramos algo. Porque no tenemos ni pajolera idea de motores y todos esos instrumentos y piezas que hay bajó de un capó. Nada parecido a este mundo del diseño gráfico. Todo el mundo es seleccionador, diseñador… y sabe más que los supuestos profesionales a los que has contratado para que hagan ese trabajo.
De todo este mundillo que nos rodea, a veces sobrevalorado y otras infravalorado, queríamos reflejar con un tono de humor la vida de un diseñador gráfico. Su día a día donde no es oro todo lo que reluce. Siempre he pensado que en la universidades, másters y demás deberían dar un curso de paciencia y relajación para poder contener nuestra emociones por cambios, comentarios y cositas de este estilo que nos crispan. Porque muchas veces nos toca morder la mesa por no contestar a estos improperios.
Y de todo el rollo anterior nacen estas tiras cómicas para aproximar al gran público la vida de un diseñador gráfico. Acabar con los prejuicios que hay sobre la profesión y se sepa que, como en todos los trabajos, hay que aguantar mecha.
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